Artefactos

Artefactos

Share this post

Artefactos
Artefactos
Una indefinida y modesta idea de sí mismo

Una indefinida y modesta idea de sí mismo

Objetivo cumplido, un relato clásico y un thriller para el fin de semana

Avatar de Pedro Ramos
Pedro Ramos
jul 18, 2025
∙ De pago
1
Compartir
Un trocito de vida

Nadar en el mar

Empezamos a nadar en otoño de 2021. En Torrox. Con Carlos. Nos apuntamos a un curso de perfeccionamiento porque mi técnica era ninguna y Lau quería retomar lo que un día tuvo. Mejorar. Con esa humildad que roza la vergüenza y a veces me enerva, se ruborizó la primera vez que Carlos reconoció lo bien que nadaba. Lo conté aquí. Hace casi cuatro años, cuando estos artefactos estaban escritos como cartas para ella. Eran un poquito más literarios. Palabras, juegos de. Carlos ha sido el mejor profesor de natación que hemos tenido en todo este tiempo. Y hemos conocido varios. Hay una anécdota que a Lau le gusta recordar: Carlos recorriendo la mitad de la piscina por el lateral, gritando mi nombre. ¡Pedroooooo! Yo, medio sordo del oído izquierdo (el lado en el que está Carlos), con la cabeza metida en el agua reproduciendo en mi mente una por una las órdenes que me ha dado antes de iniciar el largo. En mi mente. Otra cosa es lo que quiera hacer mi cuerpo. Los brazos. Las piernas. La posición de la cabeza. El giro del brazo derecho, hasta el final, tiene que salir pegado a la cadera, empujar el agua. Todavía no he asimilado todo lo que Carlos intentó enseñarme los dos cursos que estuvimos con él. En una de nuestras conversaciones le confesé lo que de verdad me gustaría: nadar en el mar. Lo había intentado. Con escaso éxito. También. Él lo hacía. Hablamos de ir alguna vez juntos. Esos planes que nunca se acaban cumpliendo, pero motivan. Me faltaba técnica. Toda.

Desde entonces, habré nadado un día a la semana. En aquella piscina de Torrox, después en Vélez-Málaga y ahora en el Rincón de la Victoria. Por el camino, hemos pasado por la olímpica de Oviedo, Valladolid, Ciudad Real, Toledo, Malagón y otras tantas repartidas por toda España. Casi he conseguido convencer a Lau de que llevemos un kit de emergencia en el Cerulian (un gorro, unas gafas, un bañador) para que cuando nos entre el apretón no tengamos que buscar un Decathlon y volver a comprar lo que ya tenemos. Pero no es por esto que esta semana he conseguido nadar tres kilómetros en el mar.

En otoño de 2022 empecé Yoga con Toñi. Dos días a la semana. Aprendí más sobre mi cuerpo, y a coordinarlo, el tiempo que estuve con ella que en lo que había vivido hasta entonces. Cómo la echo de menos.

Felixa también echa de menos a Toñi

El año pasado, me apunté al gimnasio y he ganado masa muscular. A pesar de lo aburrido que es y que ya he cumplido los cincuenta.

En marzo corrí mis primeros 10K.

Carlos podría seguir gritando desde el lateral de la piscina. Por muy buenos consejos que me diera, sin mi esfuerzo y el tiempo necesario para que ese conocimiento se asiente, Carlos se quedaría afónico y yo nadando igual de mal.

Con la escritura sucede exactamente lo mismo. ¿Con la vida?

El domingo pasado, después de nadar en el mar doce minutos hacia el oeste, recuperación de un minuto, doce minutos hacia el este para regresar al punto de salida; el domingo pasado, cuando salí del mar, Lau me dijo que nadaba muy fluido. Casi me ruborizo.


Diario de lecturas

El nadador

Voy a hacer trampas. Hasta hoy, había publicado aquí un fragmento del libro que estuviera leyendo. Según escribía el trocito de vida he recordado uno de esos relatos míticos de los que todo el mundo habla y pocos han leído. Lo he buscado en la estantería.

Continúa leyendo con una prueba gratuita de 7 días

Suscríbete a Artefactos para seguir leyendo este post y obtener 7 días de acceso gratis al archivo completo de posts.

¿Ya eres suscriptor de pago? Iniciar sesión
© 2025 Pedro Ramos
Privacidad ∙ Términos ∙ Aviso de recolección
Empieza a escribirDescargar la app
Substack es el hogar de la gran cultura

Compartir