Artefactos

Artefactos

Share this post

Artefactos
Artefactos
Orieta
Copiar enlace
Facebook
Email
Notes
Más

Orieta

Compartir a la escala de nuestras posibilidades

Avatar de Pedro Ramos
Pedro Ramos
jul 29, 2022
∙ De pago
Compartir

Llevo ya unos días en casa Orieta, solo, así que este será uno de los artefactos más auténticos que te escriba. Aunque hablamos todos los días por teléfono, no es lo mismo. Qué lástima que se haya perdido la costumbre de escribir cartas. Una conversación —en persona, por teléfono o esto tan moderno de la videollamada— no te permite la calma, el reposo, la introspección del género epistolar, de la escritura en general. Volcar en el papel mi mensaje me obliga a seleccionar uno solo de mis pensamientos, el que quiero transmitirte. Me obliga también a ordenarlo. Primero en mi mente y luego para que tú lo entiendas. Lo que hace que yo me entienda mejor. Sí, estas son también las ventajas de llevar un diario, solo que, al otro lado, no encuentro tu mirada.

La verdad es que hablo mucho contigo, te escribo mentalmente muchas páginas como esta mientras voy a la compra o a la estación del FEVE (la de Burela no parece la de Kosovo, como te dije de la de Avilés), mientras camino o corro bajo el orballo del atardecer. La casa es muy tranquila, cómoda. He instalado el portátil en la mesa del salón. Me traje impreso el primer borrador de la novela y voy, página a página, corrigiendo. Lo hago de pie, a pequeños pasos. Las correcciones (con Pilot rojo) las escribo también de pie, en un mueble que hay junto a la televisión. Había leído que Dickens, Hemingway, Woolf, Dos Passos, Nabokov, Roth, Mendoza y Pondal escribían de pie, pero nunca lo había probado. Si funciona, puedo instalar en el despacho una mesa alta. La ventaja es que me obliga a levantarme, moverme, más a menudo. Aún así, la pelota de tenis que tenía bajo la escápula izquierda se ha convertido en un pulpo y va camino de alien. Transmutación de las especies. Eso debió de pensar Ana, la fisioterapeuta que me atendió en L2, la clínica que me recomendaste, la del antiguo colaborador del Rey de Viana, está a menos de trescientos metros de casa Orieta. También hay clases de pilates y otro gimnasio donde imparten yoga, pero no me ha dado tiempo a nada de todo lo que quería hacer. Lo del tiempo es increíble. Pensarás que ya he corregido la novela. Varias veces. Imposible. Avanzo palabra a palabra, puliendo una historia que cada vez me convence más. Hoy se la conté a Gonzalo Moure y me animó seguir mi propio camino. Qué grande Gonzalo. Me dio muchísima alegría volver a verle. Te manda muchos besos. Si vinieras, podíamos acercarnos a verle. Es curioso. Al despedirnos, me di cuenta de que fue él quien me presentó a Mónica Rodriguez. Y fui yo quien le presentó a Antonio Sandoval. Los dos se han convertido en alguien importante en nuestra vida. Moure tenía que volver pronto a su casa (tiene invitados) y comí en un bar de toda la vida, Restaurante Arenal, de esos que sabes que no te fallan. A mí no me ha fallado ninguna de las tres veces que he ido. Pulpo a feira, mejillones al vapor y, hoy, ternera asada. Tarta de Santiago de postre. Y café. Un lugar sencillo, sin pretensiones, donde se reúnen los paisanos. Y puedes disfrutar de una buena comida. Lo llevan dos hermanas que, creí entender a una de ellas, son primas de Luisa Castro. El mundo es un pañuelo.

Continúa leyendo con una prueba gratuita de 7 días

Suscríbete a Artefactos para seguir leyendo este post y obtener 7 días de acceso gratis al archivo completo de posts.

Already a paid subscriber? Iniciar sesión
© 2025 Pedro Ramos
Privacidad ∙ Términos ∙ Aviso de recolección
Empieza a escribirDescargar la app
Substack es el hogar de la gran cultura

Compartir

Copiar enlace
Facebook
Email
Notes
Más