Lunes
Leo lo que he escrito de la nueva novela. Noventa páginas. Son mejores de lo que me esperaba. Decido no abandonar el proyecto y esperar a que se me ocurra cómo continuarlo. Miro la pizarra una y otra vez. Sé que el plan que tengo ahí no funciona. Tengo que cambiarlo.
Salgo a correr. El mar brilla, el cielo está despejado. Las temperaturas han subido tanto que parece verano. Esa es la impresión que tengo. No miro ninguna web para comprobarlo. Cuando salgo a pasear/correr prefiero dejar el móvil en casa, centrarme en un paso y luego otro. Mirar el mar. Siempre distinto. De regreso a casa, en el parque de las baldosas amarillas, corto margaritas.
En casa, pongo las margaritas en agua y te las dejo en la mesa del salón. Me gustaría ver tu cara de sorpresa cuando regreses y las veas.
A las 13:15 me recoge un taxi en la puerta de casa. No es Juan, el taxista que suele llevarme. No se presenta y yo no le pregunto su nombre. Hablamos. Hablamos de lo caro que está todo, de lo difícil que es para un autónomo llegar a final de mes. Le expongo mi idea de que los políticos deberían ser autónomos: trabajar por proyectos. Parece que le gusta. Hay poco tráfico, llego a la estación de autobuses con mucho tiempo. Doy una vuelta antes de subirme al autobús con destino a Murcia.
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