Admiro a las personas cultas, aquellas que son capaces de retener nombres y títulos, citarlos cuando conviene. Los pocos nombres (y títulos) que he conseguido aprender son el fruto de mucho esfuerzo. No sé donde he leído que la creatividad está reñida con la memoria. Algo así como que hay que aprender para luego olvidar y es con este material olvidado con el que juega la imaginación. Es un consuelo. O una mentira. Seguro que tiene algo que ver con los hemisferios y yo nunca he sabido dar prioridad a ninguno de ellos: siempre he querido contar historias, pero obtenía muy buenas notas en las asignaturas de ciencias. También en las de letras. No solo sacaba buenas notas; me ilusionaba lo que aprendía. Lo sigo haciendo: aprender y emocionarme. Estoy en deuda con mis maestros.
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