Me despierto de madrugada con un pensamiento: la burguesía es el mal. Te pido permiso para encender la luz de mi mesilla (sé que estás despierta, aunque con los ojos cerrados, por tu respiración) y me dices que sí. Te pones el antifaz y enciendo la luz. Cojo una hoja del manuscrito de Pequeño frío corazón que tengo sobre la mesilla y, en la parte traser…
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