La vida contemplativa debería liberar y purificar la imaginación, que absorbe pasivamente una gran cantidad de cosas variopintas sin que nos demos cuenta de ello; liberar y purificarla del influjo de tanta violencia ejercida por el bombardeo social de imágenes […] El entrenamiento de la imaginación supone una cierta libertad y esta libertad supone una cierta capacidad de escoger y encontrar el alimento que le conviene. Así, en la vida interior tendría que haber momentos de relajación, de libertad y de <<exploración>>. Quizás la mejor forma de hacerlo es en plena naturaleza, pero también leyendo literatura. Quizás también es necesario algo de arte y música.
Hace mucho tiempo que no vamos al cine. A ver una película de esas en las que pasan pocas cosas y, además, la transformación del protagonista es mínima. En versión original. La película se titula La ballena y no tengo ni idea de lo que trata. Cuando Miguel me dice que van a verla, te pregunto ¿Es buena? y me contestas que crees que sí.
Nos encanta.
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