Desayunamos fuera, en el jardín. A las once, el sol todavía se cuela por debajo de la pérgola, pero resulta agradable. Encendemos la fuente, observamos el trasiego de mirlos y currucas entre el café y la tostada, la fruta y el kéfir, hoy, sin frutos secos. Despeinados en la mañana, dibujo el arriate y planificamos lo que queremos plantar. Aquí, en tu zona, junto a la vinca y un arbusto que he bautizado como rododendro (para darle moral), quieres poner más margaritas, hacerlo simétrico. Me parece bien. El otro extremo está precioso. Las margaritas africanas ya han florecido y tienen muchos capullos que no tardarán en hacerlo, las reforzaste con otro tipo de margaritas, más arbustivas, que teníamos en una maceta y parece que han prendido. Las flores blancas y moradas destacan sobre el verde oscuro de sus hojas. Hermoso.
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